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TRADICIONES Y COSTUMBRES MAÑACEÑAS EN LA FIESTA DE LA VIRGEN DE LA CANDELARIA. Los Sicuris del Barrio Mañazo, tiene como fecha de fundación el 2 de febrero de 1892, pero los mañaceños ya vivían en la zona norte de lo que hoy es la ciudad de Puno, se tiene información de tradición oral que existía un fuerte de protección para cualquier tipo de ataque o invasión a la antigua ciudad de Puno de la cual ellos se encontraban a cargo y es así que en el asedio a la villa de Puno por las huestes de Pedro Vilcapaza y Tupac Catari con un ejército de poco más de doce mil hombres, eso por los primeros meses de 1781, los mañaceños fueron los primeros que avistaron y alertaron a la población de la villa, se dice también que por aquellas fechas de asedio, no existía un grupo armado que proteja dicho lugar, a lo que la población empezó a abandonar la Villa quedando educida a pocos habitantes los mismos con el riesgo de ser muertos e incluso ser saqueado e incendiada tal lugar incluyendo el templo donde ya se veneraba a la sagrada imagen de nuestra Virgen de la Candelaria, que dicho sea de paso, los mañaceños fueron los que alistaron las andas y la imagen de la Madre de Dios para sacarla en procesión en una tarde, acompañada por los fieles que quedaban en el lugar quienes llevaban velas encendidas, ya entrada la noche de regreso al Templo San Juan Bautista, dio la impresión al ejército apostado en los cerros Huajsapata, Yurac Orqo y Orcapata que habría llegado un ejército que supuestamente habría ingresado del lado sur para proteger la villa, el relucir de las andas en la tarde soleada, la extensa formación de acompañantes y las velas encendidas ya por la noche dieron tal impresión y es asi que desanimo a los ejércitos de Vilcapaza a atacar la Villa, quienes luego abandonaron los cerros en los que se encontraban asediando a nuestra ciudad; como vemos, los mañaceños desde años anteriores a dicho asedio son quienes ya veneraban a nuestra santa patrona, ellos juntos a demás pobladores siempre estuvieron dedicados al cuidado y arreglo de la imagen de nuestra señora para las festividades y demás, es necesario resaltar también, que ellos siempre han acompañado cada 2 de febrero, a nuestra Madre Protectora, María de la Candelaria; aparte de todo escrito, en sus costumbres, los mañaceños serenan los instrumentos de viento como son las zampoñas, para que con ellas puedan interpretar con mayor y mejor claridad de sonido las notas de las diversas melodías propias de los mismos, dicha costumbre la realizaban mayormente en un manantial que se encuentra ubicada en lo que hoy es la prolongación del Jirón Tarapacá con Pardo, a pocos pasos hacia arriba del Colegio Villa Fátima, lugar donde aún dicho manantial vierte agua; otra costumbre propia de los mañaceños es la toma de sangre de toro entre los propios mañaceños, luego de ser sacrificado ya sea por el alferado del año o el presidente del conjunto, se bebe dicha sangre para resistir los días que dure la fiesta de nuestra patrona, asi como se derrama dicha sangre en agradecimiento a la Pachamama, además sirviendo la carne del toro para la preparación de los alimentos de quienes bailan para la Mamita Candelaria, tanto en su fiesta y octava; así mismo. El Sikuris del Barrio Mañazo es quien inicia toda esta festividad de veneración en la madrugada del 1 de febrero con camaretazos durante el alba, esto desde lo alto del cerrito Huajsapata, el mismo día ya al atardecen y durante la noche, los mañaceños toman posesión del atrio del templo San Juan Bautista en medio de baile e interpretando con las zampoñas bellas melodías con sus ritmos tradicionales sincopados, denotando marcialidad y de paso ligero, esto junto a otros grupos de sicuris muy antiguos como la Juventud Obrera, Juventud Paxa, Los Panificadores, y el tradicional Conjunto Zampoñas del Altiplano. Hoy, los Sikuris del Barrio Mañazo se han convertido en una notable institución de la historia puneña, de la que además se debe el origen de la Diablada, así como de la primera Morenada, la del Barrio Orkapata (1956), que se formó de sikuris mañaceños. En su trayectoria se cuenta su contribución a la declaratoria de Puno como ‘Capital del folklore peruano’, tras su participación en 1966 en el Campeonato Nacional de Danza y Música Folklórica en Huancayo. |
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